Los trastornos depresivos se caracterizan principalmente por trastornos del estado de ánimo (un estado de ánimo triste, vacío o irritable). Las personas con trastornos depresivos a menudo experimentan cambios somáticos significativos, como interrupciones en el sueño (insomnio o hipersomnia), en el apetito (comer en exceso o perder el apetito) o en el nivel de energía. Los cambios en la cognición, como la dificultad para concentrarse, la indecisión y la ideación mórbida (como los pensamientos de muerte) también son comunes.
Las personas con trastorno depresivo mayor experimentan una tristeza generalizada o anhedonia (pérdida de interés) junto con cambios significativos en el funcionamiento somático y/o cognitivo. Para un diagnóstico, estos problemas deben estar presentes casi todos los días durante al menos dos semanas. Las personas con el trastorno depresivo persistente (distimia) experimentan síntomas similares, como un estado de ánimo triste y problemas con el funcionamiento somático y/o cognitivo que ocurren la mayoría de los días durante al menos dos años. Las personas con trastorno disfórico premenstrual experimentan cambios marcados en el estado de ánimo y el funcionamiento interpersonal que comienzan en algún momento después de la ovulación y cesan a los pocos días de la aparición de la menstruación. El trastorno perturbador por desregulación del estado de ánimo se diagnostica en niños menores de 12 años que experimentan una irritabilidad persistente y un descontrol de comportamiento extremo.