Entre las personas que han experimentado un evento traumático, las tasas de TEA después del trauma son relativamente más altas (de 20 a 50%) para eventos traumáticos interpersonales, como un asalto o el presenciar un tiroteo en masa, relativamente más bajas (de 13 a 21%) para accidentes de tránsito, y aún más bajo (de 6 a 12%) para accidentes industriales. Debido a que los síntomas de estrés agudo a menudo ocurren inmediatamente después de un trauma, no se debe hacer un diagnóstico hasta al menos 3 días después del evento, y solo cuando el individuo experimenta deterioro o angustia asociada con al menos nueve de los siguientes síntomas (los síntomas pueden ser de cualquiera o de todas las categorías):
- Pensamientos invasores, incluyendo recuerdos recurrentes, involuntarios, angustiantes o sueños relacionados con el evento traumático, flashbacks en los que el individuo siente o actúa como que el evento traumático está ocurriendo, una angustia emocional intensa o prolongada en respuesta a los recordatorios del evento traumático, o fuertes reacciones fisiológicas a los recordatorios del evento traumático.
- Una incapacidad persistente para experimentar emociones positivas (por ejemplo, la felicidad, la satisfacción o el amor)
- Disociación, incluyendo un sentido alterado de los alrededores (por ejemplo, sentirse aturdido o "fuera de su propio cuerpo" de alguna manera), o amnesia para partes importantes del evento traumático (no explicado por el uso de sustancias o lesiones en la cabeza sostenidas durante el trauma)
- Evitar recordatorios del evento traumático, incluyendo el evitar pensamientos, sentimientos o recuerdos angustiantes relacionados con el evento traumático, o el evitar situaciones externas (por ejemplo, personas, lugares) que estén asociadas con el evento traumático.
- Cambios en la activación o reactividad autonómica después del evento traumático, que incluyen la irritabilidad o arrebatos de ira, la hipervigilancia, una respuesta de sobresalto exagerada, la disminución de la concentración o trastornos del sueño (por ejemplo, dificultades para conciliar el sueño; sun ueño interrumpido)
Aunque no cuentan para el diagnóstico de TEA, son comunes otras reacciones como ataques de pánico, un comportamiento caótico o impulsivo y reflexiones de culpabilidad sobre las causas del evento traumático.