- Sudoración
- temblor
- Dificultad para respirar o sensaciones sofocantes
- Sentimientos de asfixia
- Malestar o dolor en el pecho
- Náuseas o dolor abdominal
- Mareos, aturdimiento o desmayos
- Escalofríos o flashes de calor
- Sensaciones de adormecimiento u hormigueo
- Sentimientos de irrealidad (desrealización) o de desapego o de sentirse "fuera de su propio cuerpo" (despersonalización)
- Miedo a “volverse loco” o a perder el control
- Miedo a morir
Casi una cuarta parte de los adultos en los Estados Unidos han tenido uno o más ataques de pánico en sus vidas. Tener ataques de pánico no significa necesariamente que la persona tenga un trastorno de pánico. Para recibir un diagnóstico de trastorno de pánico, una persona también debe experimentar un mes o más de al menos uno de los siguientes síntomas:
- Una preocupación persistente por tener otro ataque de pánico o por las posibles consecuencias de otro ataque de pánico (como tener un ataque al corazón o perder el control)
- Cambios problemáticos en el comportamiento relacionados con los ataques (como evadir el ejercicio o ciertas situaciones porque podrían desencadenar un ataque de pánico)
El trastorno de pánico solo se diagnostica cuando al menos algunos de los ataques de pánico no se esperan ("vienen de la nada"). Si una persona solo tiene ataques de pánico en situaciones específicas, como cuando da un discurso, no se diagnosticaría el trastorno de pánico.