El trastorno de tic vocal persistente (crónico) en niños y adolescentes

El trastorno de tic vocal persistente se caracteriza por la presencia de uno o más tics vocales y la ausencia de tics motores durante la enfermedad. Los tics son repetitivos (es decir, el individuo realiza repetidamente el (los) mismo(s) tic(s) en lugar de mostrar un patrón aleatorio de conductas motoras o vocales), repentinos, rápidos y no-rítmicos. Muchas personas con trastorno de tic vocal persistente informan que los tics son difíciles de controlar; sin embargo, se pueden suprimir por un período de tiempo limitado en ciertas situaciones. Los tics se pueden realizar en respuesta a una sensación, un malestar corporal o un "impulso" (llamado un impulso premonitorio).

Los trastornos de tic se caracterizan por anomalías de la función cerebral que se cree subyacen a los síntomas. En particular, existe evidencia de que la activación anormal en las vías corticoestrado-tálamocortical, que están implicadas en el comportamiento motor, puede ser la causa de los síntomas. También se ha propuesto que la disfunción dopaminérgica desempeña un papel en el trastorno de tic vocal persistente. Además, se cree que la sensación de alivio que experimenta un individuo después de realizar un tic mantiene los síntomas. También existe evidencia de que los trastornos de tic pueden comenzar después de infecciones estreptocócicas (denominadas trastornos neuropsiquiátricos autoinmunes pediátricos asociados con infecciones estreptocócicas o PANDAS). Sin embargo, la neurobiología de estos casos no se conoce bien. El trastorno tiene un componente genético, aunque tener una predisposición al trastorno no significa que la persona necesariamente vaya a desarrollarlo.

Hay que tener en cuenta que las guías de práctica clínica agrupan los trastornos de tic y no hacen recomendaciones separadas para el trastorno del tic vocal persistente per se. Esto refleja una tendencia de la investigación clínica a agrupar los trastornos de tic. Los tratamientos descritos a continuación siguen las recomendaciones de la práctica clínica. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es posible que los tratamientos que se enumeran a continuación no se hayan estudiado en el trastorno del tic vocal persistente per se.

La investigación clínica sugiere que los siguientes tratamientos están indicados para el tratamiento de niños con trastornos de tic:

• La terapia conductual tiene el apoyo empírico más fuerte como una intervención no farmacológica para los trastornos de tic. La terapia conductual a menudo incluye elementos de entrenamiento para revertir el hábito, lo que implica aumentar la conciencia, desarrollar una respuesta competitiva y obtener apoyo social. La intervención conductual integral para los tics (C-BIT por sus siglas en inglés) es una forma de intervención basada en la terapia de reversión de hábitos con un buen apoyo empírico.
• La farmacoterapia también se puede considerar en el caso de tics moderados a graves. Sin embargo, las Evaluaciones de Cochrane y la Sociedad Europea para el Estudio del Síndrome de Tourette señalan que el número relativamente pequeño de ensayos controlados hasta la fecha excluye recomendaciones firmes sobre los medicamentos de elección. Por lo tanto, las decisiones de tratamiento deben sopesar cuidadosamente los beneficios contra los riesgos esperados y los perfiles de efectos secundarios. Los siguientes medicamentos han mostrado efectos positivos en niños y adolescentes con trastornos de tic en ensayos controlados aleatorios:
• Haloperidol
• Pimozida
• Clonidina
• Deprenyl
• Pergolide
• Ziprasidona
• Risperidona
• Guanficina
• Despiramina
• Atomoxetina
• Metoclopramida
• Topiramato

Además, los siguientes tratamientos se consideran prometedores:

• Las benzamidas, que son antagonistas del receptor de dopamina D2, específicamente tiaprida y sulpirida
• Los antipsicóticos atípicos olanzapina (en adolescentes), quetiapina y ziprasidona
• El clonazepam (en adolescentes), una benzodiazepina
• El baclofeno, que es un receptor GABA B

En los niños donde se sospecha fuertemente del PANDAS, existe cierta evidencia preliminar de que el intercambio de plasma y la inmunoglobulina intravenosa pueden ser efectivos para reducir los síntomas. También hay apoyo para la profilaxis con penicilina o azitromicina en un pequeño estudio prospectivo de niños que cumplen con los criterios del PANDAS.